7 abr 2013

Capítulo 33


Me encontraba en mi cuarto de nuevo. Recostada en la cama y tocando algunos acordes, no era ninguna canción en especial, solo lo hacía para relajarme. Estaba muy nerviosa, ya era viernes y cada vez faltaba menos para mí cita con James o… Niall, o quien sea.
Toda la semana me la había pasado especulando sobre esta salida y me había guardado para mí las sospechas, no quería meter a Emma y Amy en este asunto. Al menos no está a haberlo oído de su boca, para estar cien por ciento segura.
Papá, por su parte y para mi sorpresa, reacciono con bastante tranquilidad cuando llegue aquella noche después haber ido con James a Nando´s. En gran parte se lo debo a mamá, que se encargó de suavizarlo y hacerle entender que yo ya era grande como para que se ponga hacer escenitas de celos por cualquier chico que se me acerque.
Mi celular sonó trayéndome de nuevo al presente.
Tome el móvil que estaba junto a mí y conteste.
-¡Lucy!, ¡mañana es el día! ¿Qué te vas a poner?- Me atropello Emma con sus palabras sin dejarme siquiera contestar- ¡Contame!- Se exalto.
Suspire- Hola Lucy ¿Cómo estás?, Bien Emma ¿Y vos?- dije ignorando sus preguntas. Me gusta hacerla sufrir.
-Si, si, si hola- Exclamo- ¡Ahora contame!
-No sé qué voy a ponerme- Inhale lentamente- Creo que le voy a pedir a Amy que me ayude a elegir, ella es toda una experta en moda- Bromee.
-Ja ja que gracioso- Escuche la voz lejana de mi amiga de los risos por el teléfono.
-¿Están juntas?- Me dirigí a Emma.
-Estoy ayudándola para el examen de matemática- Respondió Amy por su prima.
-¿Y cómo va la alumna?- Pregunte en tono burlón.
-Es un caso perdido- Confirmo la maestra.
Reí mientras escuchaba a Emma quejarse.
Mi estómago rugió. Sin cortar con la conversación telefónica tome rumbo hacia la cocina.
Revolví la alacena y la heladera riendo con cada ocurrencia de mis amigas pero lo único que pude encontrar fue un paquete de masitas Oreo a medio comer.
-No puede ser que en mi casa no haya comida- Me queje.
-Lucy son las tres de la tarde, no podes tener hambre a esta hora- Me regaño Amy.
-Lucy tiene hambre a toda hora- Le explico Emma.
Puse los ojos en blanco.
Opte por tomar las Oreos y decepcionada me dispuse a volver a mi habitación.
Estaba subiendo las escaleras cuando escuche a la madre de Emma regañando a su hija por no estar practicando para la prueba.
-Tenemos que cortar- Me informo Amy.
Reí- Esta bien, adiós.
-Chau Lucy- Respondieron al unísono y luego cortaron.
Por fin en mi cuarto deje las masitas encima de la mesita de luz y volví a tomar mi guitarra que curiosamente estaba ubicada de manera diferente a como yo la había dejado hacia unos minutos. La tome con sospecha y la gire para poder examinarla.
Mi pulso se aceleró.
Una de las cuerdas se había cortado y esta anudada en una de las clavijas, parecía que lo habían hecho rápidamente porque apenas la toque el nudo se deshizo.
-¡Will!- Grite tan fuerte como mis pulmones me lo permitieron.
Con furia salí de mi habitación y abrí de un golpe la puerta de la de mi hermano. Este estaba acurrucado bajo las sabanas de su cama.
-Will ¿qué hiciste con mi guitarra?- Lo interrogue.
-Yo no le hice nada- Mintió desde su escondite.
-¿A no? Entonces fue el fantasma el que entro a mi habitación y rompió una cuerda- Dije sarcásticamente.
-Está bien, está bien, fui yo- Admitió- Pero fue un accidente- Se excusó.
Suspire y trate de relajarme antes de asesinarlo- ¿Y se cortó así como así?- Pregunte un poco más calmada.
-No es del todo mi culpa, ¡las cuerdas estaban gastadas!- Añadió a la defensiva- Además me cortó la mejilla- Quito la sabana que lo envolvía y pude ver un fina línea roja en su mejilla derecha.
Suspiré frustrada, esta vez se había salvado-¿Te duele?
Negó con la cabeza.
-Anda a ponerte algo de hielo, para que no se hinche-Dije con el tono de voz más suave del que fui capaz.
Mi hermano asintió obedientemente y bajo de un salto de la cama. Me quedé sentada en mi lugar observando la guitarra. Wilson, había sido un regalo de papá, para mi cumpleaños número seis, había pasado todo el verano practicando con su vieja guitarra, hasta que por fin decidió que estaba lista para tener una propia. Los años pasaron y eso se denotaba en su gastada pintura color madera, el chirriar del clavijero cada vez que la afinaba y las cuerdas que solo había cambiado un par de veces. Después de todo creo que Will no tenía toda la culpa.
Mamá siempre decía que ya era hora de comprar una nueva, pero yo no podía hacerlo. Wilson era parte de mí, mi infancia, mientras siguiera en una pieza no tenía planes de cambiarla.
Me incorporé y dejé el instrumento sobre la cama. Luego salí arrastrando los pies.
Mientras pasaba por la cocina vi a Will sentado frente al TV con un gran cubo de hielo en la cara.
-¿Podrías arreglártelas solo por unos minutos?-Inquirí tomando dinero de la mesa del living, el que mis padres dejaban para ‘emergencias’-Necesito ir a comprar cuerdas nuevas.
-Sí, no hay problema-Respondió con voz vacía, lo que sea que estuviera viendo lo tenía embobado.
-Está bien, no tardo.
Dicho esto tomé mi siempre fiel bandolera que me aguardaba colgada en el perchero de la entrada y salí a la calle.
Intoxica, la casa de música habitual de papá,  quedaba a unos 20 minutos a pie de mi casa. Siendo optimista se puede decir que eso era ‘cerca’. Me coloqué mis auriculares blancos y caminé con tranquilidad.
Llegué a destino antes de lo esperado, tenía por costumbre contar la distancia en canciones, por lo general me tomaba cuatro o cinco, esta vez habían sido solo tres.
A medida que me acercaba al edificio pude notar que la gente se arremolinaba alrededor de la puerta. No fue esta que estuve frente a esta que me percaté de que no era cualquier multitud, eran todas chicas, adolescentes como yo. Busqué a mí al redor algún indicio de lo que podía estar pasando, quizás alguna oferta o algo así. Al no notar nada extraño decidí continuar mi camino pero eso sería mucho más complicado de lo que me esperaba. La puerta estaba atestada de chicas gritando, desesperadas. ¿A quién esperaban?
A empujones y recibiendo algunos codazos logre llegar a la puerta que estaba bloqueada por un hombre vestido de negro.
Entre cerré los ojos para poder analizarlo mejor.
-¡No puede ser es Paul!- Grite para mis adentros- ¡Es Paul!
Me mordí el labio conteniendo la emoción. Me recordé que ya los había visto una vez, aunque solo contribuyó a aumentar mi ansiedad. Alguno de los chicos tiene que estar comprando algo ahí adentro  pero,  ¿quién?
-Disculpe señor- Dije levantando mi rostro para poder observar mejor a Paul- Necesito comprar una cuerda para mi guitarra ¿Me permite pasar?
Después de examinarme con la mirada por unos segundos que me parecieron interminables por fin se hizo a un lado para darme el paso-Adelante señorita.
Sonreí victoriosa y volviendo a hacer uso de todas mis fuerzas terminé  de franquear a las últimas fanáticas. Una vez dentro acomode mi remera, que estaba echa un desastre por culpa de la odisea que había vivido, y me dirigí hacia el mostrador.  Allí un chico de unos veinte años, con toda la vestimenta acorde a un lugar como este, estaba muy compenetrado en la lectura de una revisa. Afiné la vista y pude divisar que era la revista ‘Rolling Stone’.
Seguí examinando el resto del local, montones de guitarras de infinitos colores, modelos y estilos colgadas en las paredes, en el sector opuesto al mostrador había un par de baterías a medio armar y un amplificador listo para que alguien conectara su guitarra y tocara un par de acordes. Volví a mirar al empleado, aparte de él no había nadie más, ni un rastro de los chicos.
-Hola- Dije para que notara mi presencia.
Bajo la revista y me miro con despreocupación. No dijo nada por lo que decidí continuar.
-Quisiera cuerdas para una Fender  Dg4 Acústica.
Sin sacarme la mirada de encima estiró la mano por debajo del mostrador y sacó un paquete de cuerdas. Ni siquiera se molestó en mirarlo antes de entregármelo con condescendencia.
-¿Kenny qué opinas de esta guitarra?- Nos interrumpió una voz demasiado conocida.
Gire mi cuerpo para comprobar mis sospechas. Efectivamente, Niall estaba parado con una guitarra eléctrica Gibson Epiphone negra, Modelo Special II en las manos.
Abrió los ojos al verme y luego sonrió. -¡Hola Lucy!-Me saludo alegremente.
-Hola Niall- Le devolví el saludo.
-¿Qué estás haciendo acá?- Se interesó.
-Wilson necesitaba cuerdas nuevas-Las palabras salieron de mi boca sin previo aviso.
-¿Wilson?-Inquirió entre extrañado y divertido.
Baje la cabeza avergonzada-Mi guitarra
-Ah, claro ya entiendo-Hizo un intento por calmarme-No sabía que tocabas.
Me  encogí de hombros para disimular mi nerviosismo-Algo.
El asintió una sola vez antes de volver a fijarse en el instrumento que cargaba –Bueno,  yo estoy buscado una guitarra para usarla en el próximo tour, ¿alguna opinión?
Observe la guitarra que tenía en sus manos- Gibson es siempre una buena opción, aunque el modelo Epiphone no creo que sea lo que estás buscando, yo elegiría algo más clásico.
Se me quedo mirando incrédulo-Ah, ya veo, ¿y qué modelo sería ese?
-Gibson Les Paul, obvio, roja, si es posible.
Tanto el Irlandés como el empleado se quedaron en silencio terminando de procesar lo que acaban de ocurrir, estoy segura de que ninguno de los dos esperaba una respuesta así de mi parte.
-De nada- Añadí con una sonrisa satisfecha y luego me gire para poder pagar. Creo que era la primera vez que no me ponía en ridículo frente a él, ahora solo tenía que salir de ahí lo antes posible.
-¿Cuánto es?- Pregunte al vendedor cuya mandíbula no se caía al piso porque está pegada a la cara.
-Tre…tres libras- Tartamudeo.
Saque mi billetera y pague al chico que aún estaba en estado de shock. Luego de guardar todo dentro de la bandolera volví a girar para irme. Niall ya no estaba, ¿es que de verdad va a seguir mi consejo?
Sacudí la cabeza, esta era mi oportunidad para salir. Aceleré el paso hasta la puerta.
Paul se corrió apenas me vio a acercarme y le sonreí a la vez que le susurraba un ‘Gracias’ al que él respondió con otra sonrisa.
Tome aire antes de sumergirme en la montonera de chicas gritando y llorando completamente desesperadas. ¿Es que yo también me veía así?
Estaba ya a mitad de camino cuando oí que alguien gritaba mi nombre.  Al principio decidí ignorarlo, entre tanta gente sería fácil confundirse, pero al ver que persistía decidí voltearme.
-¡Lucy!, ¡Lucy!- Llamaba Niall desde la puerta protegido de las fieras por Paul.
Contuve la respiración. ¿Qué estaba haciendo?, ¿por qué de repente actuaba como si me conociera?, ¿no se suponía que yo estaba saliendo con James?
Confundida di media vuelta y volví a atravesar la multitud.
-¡Llegue!- Cante victoriosa. Paul y Niall rieron.
Hice un intento desesperado por mejorar mi aspecto, alisar mi cabello y reacomodar mi ropa,  aunque no logré demasiado. Esas chicas sí que tenían fuerza.
-¿Paso algo?- Pregunte una vez que me compuse.
-Yo…- Clavó la mirada en el suelo unos instantes, ¿por qué siempre le daba tantas vueltas a todo?-  solo quería invitarte a salir- Culminó al fin.
Contuve las ganas de gritar ese ‘Esto tiene que ser un chiste’, que tenía atravesado en la garganta. ¿Qué quería demostrar con todo esto?, ¿era una especie de prueba?, ¿es que de verdad estoy loca y pienso que mi compañero de español es Niall Horan cuando en realidad no lo es? 
Me lleve la mano a la cabeza en un intento por organizar mis ideas -Lo siento pero voy a salir con alguien más.
A ver cómo se las arreglaba con eso.
-¿Con quién? ¿Cuándo?- Trato de fingir que no sabía nada pero debo admitir que es un pésimo actor.
-No creo que lo conozcas… o puede que si- Ahora la que se divertía era yo, era obvio que solo intentaba confundirme.
-No esta vez Horan, estoy segura-Pensé y suprimí una risa de autosatisfacción.
Él me miró  y volvió a sonreí de esa manera que me gusta tanto.
-Está bien,  creo que me ganaron- Levanto los brazos dándose por vencido pero sin dejar de sonreír- Otra vez será.
-Mm… no creo que sea posible-Añadí haciendo uso de toda mi confianza-De verdad me gusta este chico.
Niall rompió a reír y yo lo imite.
Paul nos miró confundido, no entendía nada y creo que yo tampoco entendía mucho lo que pasaba.
-Adiós- Dije aun riendo.
-Nos vemos Lucy- Respondió  en su perfecto español.
Me sumergí por cuarta vez en la multitud de chicas que esta vez me dejaron pasar sin problemas. Cuando caminaba pude escuchar sus murmullos, no es como si me hiciera falta, sus miradas estupefactas eran más que claras. Acababa de rechazar salir con uno de sus ídolos, algunas no podían siquiera asimilar el hecho, otras me lanzaban insultos a regañadientes, ¡por Dios era la oportunidad que todas hubieran querido tener!  ¿Quién podría creerlo? Lucy Stevenson rechazando a Niall Horan, un par de semanas atrás habría dicho que eso es imposible. Pero las cosas cambian y las personas también.

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