Un escalofrió
recorrió mi espalda mientras veía desde la ventana de mi habitación hacia la
casa de Matt. Todavía no podía entender
como un chico tan dulce y educado podía hacer tales cosas solo por envidia y
celos.
Mi teléfono sonó
interrumpiendo mis cavilaciones. Mire el nombre que aparecía en la
pantalla y sonreí.
-¿Ya me extrañas?-
-¿Extrañarte? Ja,
para nada- Contesto una dulce voz del otro lado del auricular- A la única que
extraño es a la abuela Lynn.
-Oh, bueno, perdón
pero no está disponible en este momento, está trabajando en su huerta sagrada y
no le gusta que la interrumpan-
Louis río- Entonces
voy a tener que hablar con vos-
-Así parece- Quise
borrar mi sonrisa tonta de la cara pero me fue imposible, este chico provocaba
algo en mi muy difícil de controlar.
-Hablando en serio-
Su voz se volvió más solemne- Tengo una invitación que hacerte.
-Te escucho- Dije con
más emoción de la que quería demostrar.
-Kirsten- Se detuvo
para que procesara la información y le lo invite a continuar con un ‘aja’- Se
va a presentar en Royal Ballet mañana a la noche, con ‘El lago de los cisnes’ y Harry va a ir a
verla pero no quiere ir solo, así que me pidió si lo podíamos acompañar, vos y
yo ¿Qué te parece?
-Me encanta la idea- Admití-
¿Es ballet no?
-Exacto, después
podemos ir cenar a algún restaurante los cuatro juntos.
-Genial- Reí ansiosa.
Me entusiasmaba la idea de relacionarme con las novias de los demás chicos, me
caían muy bien y sentía que podía compartir con ellas todo lo que me pasaba con
Louis.
-Te pasó a buscar a
las 7 en punto- Me informo.
Asentí, aún consciente
de que él no podía verme – Perfecto-
-Adiós Fenie- Comenzó
a despedirse
-¡Louis espera!- Lo detuve-
¿Qué se supone que hay que ponerse para estas cosas?
El chico del otro
lado del teléfono río.
-No te preocupes por
eso, cualquier cosa que te pongas te va a quedar magnifico.
….
-¿No te parece que
ese vestido es un poco corto?- Inquirió Louis mientras examinaba mi
indumentaria.
-No, creo que está
bien- Asegure al mismo tiempo que alisaba mi vestido negro de encaje.
-Kirsten usa vestidos
más cortos, además este es de mangas largas- Comento Harry en mi defensa.
Le dedique una
sonrisa disimulada para que Louis no se diera cuenta, el chico de rulos me guiño un ojo como
respuesta.
Louis suspiró poco
convencido- Esta bien, ahora apurémonos, se hace tarde para el show-
Ambos concordamos con
el castaño por lo que rápidamente ingresamos en el Porsche negro de Louis.
-Me podes recordar ¿por
qué vinimos en tu auto y no en el mío?- Exigió Harry al conductor desde la
parte trasera del auto.
-Porque yo soy el
mayor, lo que me da ciertas prioridades-
Su amigo bufó-Pero
estamos yendo al espectáculo donde baila mi novia-
-Pero es a mi novia a
la que tenemos que llevar- Remató Louis.
-¡Basta!- Grite y
ambos chicos se volvieron a verme, incluso Louis que hacia minutos no despegaba
ni un ojo de la carretera- ¿Por qué tienen que conducir ustedes? ¿No puedo
hacerlo yo?- Me queje.
-¿Vos manejas?-
Pregunto incrédulo Harry y pude jurar que Louis estaba a punto de hacerme la
misma pregunta.
-Claro, tengo 17
años- Expuse indignada- En Boston tenía mi propio auto.
-Eso nunca me lo
dijiste- Intervino Louis-
Me encogí de hombros-
Nunca me lo preguntaste.
Unas manzanas más
tarde, llegamos al teatro donde Kirsten bailaría. Pude notar lo nervioso que
estaba Harry, se acomodaba su perfecta corbata cada cinco minutos y comprobaba
con la misma frecuencia si las entradas seguían en el bolsillo de su traje.
Royal Opera House, el
gigantesco teatro de vigas blancas, se alzaba sobre nuestras cabezas. En la
entrada había dos grandes gigantografias que anunciaban la presentación del día
‘El Lago de los Cisnes’.
Me separe de Louis y
de Harry para no llamar la atención y busque dentro de mi bolso negro mi
entrada. Le dirigí una mirada a Louis antes de entrar, este me ínsito a
continuar con un gesto de la cabeza y una sonrisa. Atravesé las puertas del
magnífico teatro y quede extasiada con el lujo de su interior.
Le entregue mi
entrada a un empleado vestido de traje, el hombre la examino y ordeno a uno de
sus subordinados que me condujera a mi asiento.
Seguí al empleado a
través de las butacas bordo hasta llegar a una escalera que conducía a un palco
privado. Harry había reservado ese lugar para nosotros tres y para Amy, quien
también vendría a ver el espectáculo.
Me senté en una de
las butacas del palco a esperar a los demás. Louis y Harry no tardaron en
llegar pero Amy no se presentó hasta que el teatro estuvo lleno.
-Perdonen por la
tardanza- Se disculpó mientras se acomodaba en su asiento entre Harry y yo-
Kirsten estaba muy nerviosa y no dejaba que me fuera.
-¿Nerviosa? ¿Me
dejaran ir a verla?- Harry comenzó a ponerse de pie pero la morocha lo detuvo.
-Harry, el show está
a punto de empezar, relájate va a estar bien- Lo tranquilizo ella- Sabes que
Kirsten es exagerada.
El chico de rizos
asintió y espero obediente a que la presentación comenzara.
-¿Zayn no viene? – Le
pregunté en voz baja para buscar un tema de conversación.
Amy se encogió de
hombros – Está visitando a su familia en Bradford – Explicó – Los ve tan poco
que no pude obligarlo a quedarse-
Estaba a punto de
responder cuando las luces del salón se apagaron y todo se sumió en la
penumbra. Sin embargo la multitud no se sumió en gritos, como se espera en los
eventos de gran concurrencia, al contrario, todos se sumergieron en un monótono
silencio. Tuve que recordarme a mi misma que estaba viendo ballet, esta clase
de gente es más ‘sofisticada’. La imagen de mujeres mayores con vestidos
extravagantes sentadas en primera fila que se me vino a la cabeza me hiso reír.
-¿Qué es tan
gracioso? – Susurró Louis en mi oído-
Negué con la cabeza
mientras el telón comenzaba a elevarse –
No querés saber-
La música clásica
invadió la sala por lo que nuestra conversación tuvo que posponerse para más
adelante.
Estiré mi vestido y
me acomodé un poco mejor en mi butaca, dispuesta a sacar el mayor provecho de
la función.
Si
bien era la primera vez que asistía a un ballet, recordaba haber leído algo
acerca de la obra y el hilo principal de su trama.
El primer acto se sitúa
en los jardines de un castillo. El
príncipe Sigfrido celebra, junto con sus amigos de la corte, su
vigésimo primer cumpleaños. De repente, la Reina madre de Sigfrido y sus Damas de Honor, llegan a la
fiesta para recordarle a su hijo que la siguiente noche deberá, durante la
celebración oficial de su fiesta de cumpleaños, escoger una esposa. Esto causa
una gran melancolía en Sigfrido. El Bufón intenta restaurar
el espíritu de la feliz ocasión y anima al príncipe formando una partida de caza
con sus amigos.
Las luces se volvieron más
tenues a medida que el espectáculo siguió avanzando, comienza el segundo acto.
Esta vez el lugar de los hechos es un bosque con un lago cristalino del que
empiezan a salir bailarinas vestidas como cisnes. De entre la multitud de
cisnes distingí a Kirsten, y noté que Harry también lo hizo porque suprimió un
pequeño grito de emoción desde su asiento. Las bailarinas se movían a la
perfección, como si no les costara ningún trabajo hacerlo, con pasos precisos y
delicados.
Sigfrido llega al lago y apunta con su ballesta hacia las jóvenes cisnes cuando aparece la joven
reina, Odette. Ella le cuenta que fue transformada en cisne junto con
sus compañeras por el malvado mago Rothbart, que vuelven a su forma
humana solamente en la noche y que el hechizo solo puede romperlo quien le jure
amor eterno.
Cautivado
por la belleza y lo trágico de su historia, el príncipe decide jurarle amor eterno a Odette, pero cuando está a punto de expresarlo aparece Rothbart, quien hace que las jóvenes se
alejen, incluida Odette, para evitar que él rompa el hechizo. Sin darme cuenta
me involucré tanto con la historia que tenía las manos cerradas en un puño
debido a la bronca que sentía contra Rothbart y su hechizo.
Durante el tercer acto se
celebra la fiesta donde Sigfrido deberá
elegir esposa. Se presentan las jóvenes casaderas y la reina le pide a su
hijo que elija esposa. Él piensa en Odette y se niega a escoger por lo
que su madre se enfada con él. En ese momento el maestro de ceremonias anuncia
la llegada de un noble desconocido y su hija. Es el barón Rothbart que llega a la fiesta con su hija Odile.
El príncipe, hechizado por el mago, cree ver a Odette en Odile. Él la escoge como su esposa,
la reina madre acepta y Sigfrido le jura a Odile amor eterno. Rothbart se descubre y muestra a Odette a lo lejos. Sigfrido se da cuenta de su terrible error y
corre desesperado hacia el lago.
A las orillas del lago los
cisnes esperan tristemente la llegada de Odette, nuevamente la destreza y delicadeza
de Kirsten destacan de entre el grupo.
Odette llega llorando
desesperada, contándoles a sus amigas los tristes acontecimientos de la fiesta
en el castillo. Aparece Sigfrido y le implora su perdón. Reaparece Rothbart reclamando el regreso de los cisnes. Sigfrido y Odette luchan contra él, pero todo es en
vano, pues el maleficio no puede ser deshecho.
Contuve el aliento durante
los minutos de batalla, tenía los nervios a flor de piel, ¿quién diría que se
pueden sentir tantas emociones con música clásica de fondo?
Los dos enamorados se
suicidan lanzándose al lago. Rothbart muere a consecuencia de ese sacrificio
de amor y los otros cisnes son liberados del maleficio. Finalmente, mientras
cae el telón por última vez, se ve
aparecer sobre el lago los espíritus de Odette y Sigfrido ya juntos para siempre.
La multitud estalló en
aplausos. Incapaces de contenernos los cuatro nos levantamos de nuestros
asientos para aplaudir a los bailarines que se encontraban nuevamente en el
escenario.
Harry buscó desesperadamente
a Kirsten con la mirada, hasta que por fin la encuentro y le dedicó un guiño y
una sonrisa. Yo aplaudí con más fervor.
Gradualmente los aplausos
fueron disminuyendo a medida que los artistas salían de escena y el gentío se
iba disipando. Nosotros nos quedamos hasta el final, porque Harry quiera ver a
Kirsten y porque intentábamos no llamar demasiado la atención.
Una vez que logramos salir
de la sala Harry se separó de nosotros, para esperar a su novia en las
proximidades de los vestuarios. Todos reímos ante su actitud tan cursi pero
acordamos esperar a la pareja en el Porsche de Louis, dado que durante la
función había comenzado a llover.
-No estuvo mal, ¿verdad? –
Comentó Louis mientras avanzamos por el pasillo alfombrado.
-¡Fue estupendo! – Exclame
incapaz de contener mi emoción – Tenía ganas de estrangular a Rothbart-
Amy
y mi acompañante me miraron confundidos -¿Quién? – Inquirieron al unísono.
-El
hechicero, ¿nunca leyeron la historia?-
La
chica de rizos meditó durante unos segundos – Kirsten explicó un poco de la
trama, pero no presté demasiada atención a los nombres, aunque tengo que
admitir que estuvo más interesante de lo que esperaba-
-De todas formas creo que
las calzas están de más – Añadió Louis – No me vas a decir que no son
chistosas-
Amy suprimió una risa pero
yo decidí molestar un poco al chico.
-Lo tuyo es envidia – Dije cruzándome
de brazos – Te gustaría ser como el príncipe Sigfrido-
-No,
gracias, prefiero ser el príncipe Louis – Espetó en tono de broma, dándome a
entender que no había creído mi mentira ni por un segundo - ¿Te gustaría ser mi
princesa?-
Contuve
una carcajada mientras cruzábamos la gran puerta de entrada – Princesa Fiona,
no suena tan mal-
Al
parecer la lluvia no era tan intensa como habíamos imaginados, era una llovizna
apenas perceptible, por lo que no nos apresuramos demasiado para llegar hasta
el auto, el piso de mármol está resbaloso a causa del agua y nadie quería
caerse.
-¿Te
conté alguna vez de la época en la que baile ballet? – Louis continuó
bromeando-
Amy
y yo pusimos los ojos en blanco y luego volvimos a concentrarnos en nuestros
pasos.
-¡Es
en serio! – Se quejó el castaño – Déjenme demostrarles-
Louis
movía sus pies de manera que las suelas de sus zapatos resbalaban contra el
suelo humedecido y le permitan patinar sobre este. Incapaz de resistirnos a sus
payasadas nostras reímos.
-Te
vas a caer – Le advertí-
Él
niego con la cabeza – Soy todo un profesional-
Ni
bien terminó de decir esto sus rodillas temblaron haciéndole perder la
estabilidad, incapaz de mantenerse en pie cayo y golpeó su cabeza contra el
mármol.
-¿Estás
bien? – Inquirí entre risas –
El
cuerpo del chico permanecía inmóvil en el suelo, no respondía.
-¿Louis?
– Volví a llamarlo, mi voz denota preocupación-
-Louis
– Lo regañó Amy acercándose a él – No es gracioso, estás asustando a Fiona-
Nuevamente
ninguna palabra salió de su boca. Nerviosa me acerque más hacia su cuero y me
arrodille a su lado.
-¡Louis!
– Dije sacudiendo su brazo – Basta, no es gracioso-
La
chica de rizos se colocó a mi lado y juntas intentamos despertarlo, pero no
tuvimos éxito. Estaba al borde de un ataque de pánico cuando escuche la voz de
Harry a nuestras espaldas.
-¿Qué
paso?, ¿están bien? –
Amy
respondió porque yo estaba paralizada por el miedo.
-Es
Louis, se golpeó la cabeza – Le explicó – No podemos hacer que se despierte-
Sin
dudarlo ni un segundo Harry se acercó a su amigo y lo revisó.
-No
tiene ningún corte – Dijo al fin – Suban al auto, tiene que verlo un médico-
…
-Fiona, relájate, estoy
segura de que va a estar bien – Me tranquilizó Kirsten, tenía mi cabeza hundida
en su hombro para ocultar las lágrimas.
Logre armarme de valor y
alzar la cabeza. Le dedique una media sonrisa a Amy y tomé el pañuelo
descartable que me tendia.
Mientras limpiaba los restos
de maquillaje de mi rostro miré a las chicas.
Kirsten todavía tenía
intacto el peinado de cuando bailo hacia solos sesenta minutos. Amy y yo
llevábamos una vestimenta demasiado
elegante para estar sentadas en la sala de espera de un hospital,
incluso si era la parte privada.
Estaba a punto de hablar
cuando vi los rizos de Harry asomándose por el pasillo.
Sin darle tiempo a respirar
nos abalanzamos sobre él.
-¿Cómo está? – Logre
gesticular-
El chico sujetó mis hombros
y me dedicó una sonrisa – Todo está bien, fue sólo un golpe-
-¿Significa eso que puede
volver a casa? – Preguntó Amy-
Harry niego con la cabeza –
Van a dejarlo en observación por esta noche,
sólo por si acaso-
Sentí como el nudo que tenía
en mi estómago comenzaba a desenredarse, Louis estaba bien, había sido sólo un
susto.
-Fiona – El chico de rizos
llamó mi atención – Ya vuelve a estar consiente si querés pasar a verlo-
No me detuve a pensarlo, le
dedique una sonrisa agradecida y prácticamente corrí hasta la habitación donde
sabía que Louis me esperaba.
Ansiosa por cerciorarme de
que en verdad está bien abrí la puerta sin tocar.
Louis estaba recostado en
una cama con sábanas blancas. No tenía ningún tipo de gaza, venda o suero que
indicara que algo malo pudo haberle pasado. Pero la expresión en sus ojos me
dijo que algo no estaba bien. Me miró con desconfianza, casi como si no me
conociera.
-Louis… - Intente hablarle
pero él me detuvo con voz seca.
-¿Quién sos y qué estás
haciendo en mi habitación?-