-Suelte el embriague con cuidado- Gruñó mi instructor de
manejo. Bufando lo obedecí.
Con demasiada lentitud solté el embriague y el auto se
impulsó hacia atrás. Feliz le sonreí al hombre, hacía tres clases que intentaba
ir marcha atrás sin buenos resultados.
-Muy bien ya era hora, por fin podemos avanzar- Dijo en su
tono agrio habitual- La próxima clase seguiremos con estacionar, por hoy
terminamos- Esbozo una sonrisa falsa y bajo del auto.
Suspire y apoye mi cabeza en el manubrio con mucha fuerza
golpeándome la cabeza.
-Ouch- Exclame pasándome la mano por la frente golpeada.
Todavía con la mano en la frente salí del vehículo ignorando
las risas de mis demás compañeros de clase.
Me coloqué los auriculares y emprendí el camino a casa, que
me tomaba caminando aproximadamente unos 20 minutos.
…
Mire el reloj. Eran las 5:40 pm, tenía que llegar a español
en media hora. Luego de llegar a casa esa misma tarde me había recostado para
tomar una pequeña siesta, aunque por lo visto se me había ido de las manos. Rápidamente tome mi bandolera negra que estaba
sobre la cama y grité a mamá.
-¡Es tarde, es tarde!
Ella me esperaba en la cocina sentada entre una pila de
cuadernos, mamá es maestra de grado.
-Si no te entretuvieras tanto tiempo con la computadora no
estarías tan cansada.
Fruncí el ceño. Definitivamente mamá no entendía la
importancia de revisar mi Twitter todos los días para estar al tanto de lo que
mis ídolos hacían.
Estaba a punto de hablar cuando mi estómago rugió. Corrí
hasta la cocina y tome un paquete de Oreo, mis masitas preferidas, de la
alacena.
-¿No se te hacia tarde? Me regañó mientras tomaba las llaves
del auto.
-Para el camino. Dije con una sonrisa de inocencia.
Mamá suspiró y me señaló la puerta. –Vamos, no hagamos
esperar a la Señorita Rodríguez.
Con el paquete de comida en la mano la seguí fuera de casa hasta el auto. Un Chevrolet
Traverse de color rojo.
Una vez que estuvimos en marcha me concentré en las masitas.
Peleé unos minutos con el paquete hasta que logré abrirlo. Aunque gracias al
tiempo perdido no logré comer más de una o dos masitas antes de llegar al
instituto.
Abrí la puerta pero mamá me detuvo.
-¿Cómo vas a volver a casa?
Miré al cielo, estaba gris, pero pensándolo bien, vivo en
Londres, los días soleados no son muy comunes. –Voy a caminar.
-¿Estás segura? Inquirió algo desconfiada.
Le dedicó mi mejor sonrisa. –Si.
-Está bien, nos vemos en casa entonces.
-Chau. Dije y luego cerré la puerta.
Revisé el reloj de mi celular y me percaté de que solo
faltaban dos minutos para las 6. ¿Cómo es que se me hizo tan tarde?
Rápidamente corrí los pocos metros que me separaban del
instituto. Tanto que estuve a punto de
chocar a un par de estudiantes que reposaban tranquilamente en el hall.
Apurada me limité a un ‘perdón’ al aire en un intento por no
quedar como una maleducada.
Jadeando llegue justo cuando la Señorita Rodríguez estaba
haciendo pasar a James al aula.
-Lo siento- Dije con el poco aliento que me quedaba- Se me
hizo tarde.
-No hay problema, pase
por favor señorita- Me indico la profesora en español.
Mi compañero, que ya estaba sentado en su banco, reía por lo
bajo. Lo fulmine con la mirada antes de sentarme junto a él
-Bien, hoy vamos a aprender países y nacionalidades. Comenzó
a explicar mientras escribía en el pizarrón. - Italia, Alemania, Francia, Argentina, España, Estados Unidos….
-Nuestro país se llama Reino
Unido- Continuo- y tu país James se dice Irlanda.
James se tensó en su asiento y abrió los ojos como platos.
Creo que la Señorita Rodríguez acababa de hablar de más.
¿Irlanda? ¿James es irlandés como Niall?
Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos. Las pruebas
eran muchas, está bien, pero aun así no
puedo creer que él este sentado a mi lado como si nada. ¿Por qué se arriesgaría
a ir a un instituto? Estoy segura de que tiene el dinero suficiente como para
pagar clases particulares. Además ¿por qué justo termino en mi curso y no en
cualquier otro? Serían demasiadas coincidencias.
Me acomode en la silla para poder recobrar mi atención en la
clase.
¿Qué iba a hacer de todas formas? ¿Acusarlo sin más?
Ya habíamos visto por lo menos veinte países más cuando
alguien toco la puerta.
-Adelante- Contestó la profesora.
Un hombre de unos 50 años se asomó a la puerta. Al igual que
mi profesora vestía elegantemente, un traje en tonos de gris y una corbata
negra. Su cabello canoso prolijamente peinado hacia atrás-Disculpe señora pero
la necesitan en recepción, un alumno quiere hablar con usted- Explico. De
seguro es el secretario, la verdad es que no presto mucha atención a los
funcionarios del instituto.
-Oh, está bien- Con su habitual delicadeza depositó la tiza
sobre el escritorio. –Por favor sigan copiando, enseguida vuelvo- Dijo para
luego salir del aula tras el secretario dejándome a solas con James.
Mi compañero le restó importancia a lo sucedido y siguió con
lo suyo.
Yo, en cambio, sin poder seguir ignorando el rugido de mi
hambriento estómago decidí que podría
aprovechar la situación para comer por lo menos una masita. Estaba muerta de
hambre.
Con disimulo pase mi mano por el cierra de la bandolera, el
paquete estaba abierto y estratégicamente depositado de forma tal que solo
tarde unos segundos en encontrarlo. Mire de soslayo a James para asegurarme de que no se percataba de mi
plan. Efectivamente, estaba encorvado en su silla copiando mientras tarareaba
una canción que no reconozco y moviendo el pie al son de una música que solo él
oía.
Me concentré en su ropa. Al parecer no era la única que
vestía informal. Él llevaba una remera gris, zapatillas negras y un jean claro
que dejaba entrever sus medias blancas. Abrí los ojos sorprendida.
-¡Medias blancas! Niall usa medias blancas para la
suerte. Pienso y me muerdo el labio.
Contengo la respiración. Un parecido más se agrega a la
lista de parecidos.
Me tomo unos minutos antes de seguir analizando los hechos.
Saco una de las masitas Oreo del paquete y me la llevo a la boca
disimuladamente.
Pero… él lo nota.
-No se puede comer en clases ¿Sabias?- Me recuerda con un
deje de humor en la voz. Es la primera vez que me dirige la palabra y noto que
está fingiendo.
-Ya se- Respondo malhumorada- Es que tengo mucha hambre, no
comí en toda la tarde- Explico.
-A mí no me molesta pero si la Señorita Rodríguez te ve-
Deja la frase incompleta.
-Pero no tiene por qué enterarse ¿no?- Desafío al chico de
ojos grises. Nos quedamos mirándonos el uno al otro, ninguno aparta la mirada y
puedo notar el destello de su verdadero color de ojos. Celestes.
-Yo no digo nada si vos me das una- Propone.
Pongo los ojos en blanco. Esto definitivamente es muy típico
de Niall.
Saco otra masita de la bandolera y extiendo la mano para
dársela. Él la toma con una sonrisa de satisfacción.
-Gracias.
Estaba a punto de responder pero la profesora entró en el
aula interrumpiéndome.
-Problema solucionado, volvamos a la clase- Dijo y ninguno
de los dos hablo más.
El resto de la clase se me hizo bastante densa. No lograba
alejar esa estúpida idea de mi cabeza.
Analizando los hechos se podía decir que Niall y James era
extrañamente similares. Irlandeses, medias blancas, ojos celestes, hablan un
español casi perfecto, debilidad por la comida. Aún así esas características podían compartirlas con
otro montón de chicos irlandeses.
Suspiré. –Tengo que dejar de leer tantos Fanfics, mi
imaginación es incontrolable.
En el mejor de los casos, suponiendo que soy la chica más
suertuda del mundo y verdaderamente estoy sentada en un aula junto a Niall
Horan, ¿cómo puedo probarlo? ¿Me lanzo sobre él y le arranco la peluca?
-Con esto termina la clase chicos, ya pueden ir a casa- La
maestra habla y me saca de trance.
Algo aturdida comienzo a juntar mis cosas y guardarlas en la
bandolera. James a mi lado ya casi termina.
Me apresuro, tengo que encontrar una excusa para volver a
hablar con él, necesito aclarar esto de una vez.
-Adiós- Nos saluda
la profesora.
Mi compañero se detiene en la puerta. –Hasta el Viernes.
Antes de volver a voltearme él ya se ha ido.
-Mierda.
-Hasta luego Señorita Rodríguez- Digo y salgo con desanimo.
Cuando por fin alcanzo el hall me percato de que está
lloviendo a cántaros.
-Genial, me voy a empapar- Digo en voz alta creyendo que
estoy sola –Mamá me va a regañar cuando llegue a casa.
Rebusco mi celular en la bandolera, mamá está en su clase de
aeróbica a estas horas, aún así sospeso la posibilidad de llamarla, tal vez
haya faltado por el mal clima.
Estoy concentrada en mi móvil cuando oigo un par de risas.
-¿No tenés paraguas?
Avergonzada miro a James parado en la puerta.
-Yo… este… -
-¿Te llevo?- Me ofrece con una sonrisa amable.
Trago saliva. Está bien, dejando a un lado mi teoría de que
es Niall Horan igualmente es un chico lindo y educado. ¿Qué daño haría?
-No es necesario que te molestes-Miento para no sonar tan
desesperada. En verdad no me entusiasma la idea de mojarme.
-No es molestia- Insiste.
-Si supieras lo lejos que vivo no te ofrecerías. Pienso pero
no digo nada.
-¿Por favor?
Me acomodo el pelo colorado que no tuve tiempo de peinar
antes de venir a clase.-Está bien.
James sonríe. –Genial, vamos.
Me toma por la muñeca y corremos juntos los metros que nos
separan de su auto.
Al ver la Range Rover negra estacionada no tardo ni un
segundo que saber que es de él. Esto definitivamente son demasiadas
coincidencias.
Rápidamente nos subimos para resguardarnos de la lluvia.
Mi compañero arranca el coche. -¿A dónde?
Tardo en contestar porque estoy demasiado ocupada admirando
el auto, que es inmenso, ¡Por Dios estoy dentro de una Range Rover con un
potencial Niall Horan!
-¿Estás bien?- Inquiere algo extrañado.
-Tu auto es genial- Digo y luego agacho la cabeza
avergonzada –Lo siento, a veces no controlo lo que digo.
-No es nada- Responde entre risas.
Tomo aire y procedo a decirle mi dirección. A él parece no
importarle la lejanía, aunque reiteradas veces propongo que me deje en una
parada de autobús insiste en llevarme a casa.
Se produce un silencio incómodo entre ambos lo que me
recuerda que esta es mi oportunidad para socavarle información.
-Entonces sos irlandés-Empiezo a decir algo nerviosa -¿Qué
te trajo al Reino Unido?
Observo como su cuerpo se tensa. –Trabajo.
- ¿Cuál es tu trabajo?- Me apresuro a preguntar, no pienso
dejar pasar mi chance.
Aprieta sus manos con fuerza en torno al volante – Soy…
músico.
-Genial- Finjo sorpresa- Mi papá es maestro de música en la
Royal Academy of Music, ¿vos?
-¿Tu papá es maestro en la RAM? ¡Es genial!, ¿cómo se llama?
Tal vez lo conozca… Intenta cambiar de tema.
-¿Cuántos años tenés?
-¿Siempre haces preguntas de la nada? Contraataca chistoso.
Ladeo la cabeza –Ya te dije que no controlo lo que digo.
-Dieciocho. Responde después de un rato -¿Vos?
El corazón se me detiene por una milésima de segundo, ¡¿qué
otra prueba necesito?! ¡Es él no cabe duda! Me muerdo el labio para no chillar
de la alegría e intento recobrar la calma.
-Dieciséis.
Está a punto de contestar cuando suena su celular.
-Diga- Atiende y yo abro los ojos como platos.
-¡No hables por teléfono cuando manejas!- Lo regaño en voz
baja para que no puedan oír al otro lado.
Él ignora mis comentarios y sigue con su conversación. –Está
bien, cuando llegue hablamos. Nos vemos Harry – Se despide y cuelga.
¡¿Harry?! ¡¿Estaba hablando con Harry Styles?!
-Respira Lucy, respira- Monologo.
Por fin el conductor vuelve su atención a mí.
-¿Sabías que acabas de cometer una infracción?- Lo acuso.
-Fue una conversación corta- Responde entre risas. -¿Qué
sos? ¿Policía de tránsito?
- Eso no es excusa- Espeto – Es una de las primeras normas
que me enseñaron en las clases de manejo.
-¿Clases de manejo?, ¿tan mala sos que no pudieron enseñarte
en casa?
Le lanzo una mirada asesina-¡Yo no soy mala manejando!, es
sólo que no me tiene paciencia.
Él suprime una risa.
-Cuando tenga mi auto no te voy a llevar.
Sin poder contenerse más
rompe a reír a carcajadas. Al principio me hago la ofendida pero llega
un punto en que tampoco puedo soportarlo y me uno a sus risas.
Estábamos ya más calmados cuando el auto ingreso en mi
barrio.
-Es acá- Digo señalando mi casa.
Mi acompañante detiene el coche.
-Gracias por traerme.
Él sonríe –Cuando quieras.
Lentamente abro la puerta y me bajo –Nos vemos.
Le dedico una sonrisa antes de cerrar la puerta y comenzar a
alejarme.
Estoy parada frente a mi casa cuando oigo el ruido de la
Range Rover acelerar. Espero unos minutos antes de entrar a casa, necesito
calmarme. Tengo demasiada información que asimilar, demasiadas cosas que aún no
termino de comprender, aunque hay algo de lo que estoy completamente segura. Mi
nuevo compañero de español es efectivamente, Niall Horan.