21 feb 2013

Capítulo 26


-Suelte el embriague con cuidado- Gruñó mi instructor de manejo. Bufando lo obedecí.
Con demasiada lentitud solté el embriague y el auto se impulsó hacia atrás. Feliz le sonreí al hombre, hacía tres clases que intentaba ir marcha atrás sin buenos resultados.
-Muy bien ya era hora, por fin podemos avanzar- Dijo en su tono agrio habitual- La próxima clase seguiremos con estacionar, por hoy terminamos- Esbozo una sonrisa falsa y bajo del auto.
Suspire y apoye mi cabeza en el manubrio con mucha fuerza golpeándome la cabeza.
-Ouch- Exclame pasándome la mano por la frente golpeada.
Todavía con la mano en la frente salí del vehículo ignorando las risas de mis demás compañeros de clase.
Me coloqué los auriculares y emprendí el camino a casa, que me tomaba caminando aproximadamente unos 20 minutos.
Mire el reloj. Eran las 5:40 pm, tenía que llegar a español en media hora. Luego de llegar a casa esa misma tarde me había recostado para tomar una pequeña siesta, aunque por lo visto se me había ido de las manos.  Rápidamente tome mi bandolera negra que estaba sobre la cama y grité a mamá.
-¡Es tarde, es tarde!
Ella me esperaba en la cocina sentada entre una pila de cuadernos, mamá es maestra de grado.
-Si no te entretuvieras tanto tiempo con la computadora no estarías tan cansada.
Fruncí el ceño. Definitivamente mamá no entendía la importancia de revisar mi Twitter todos los días para estar al tanto de lo que mis ídolos hacían.
Estaba a punto de hablar cuando mi estómago rugió. Corrí hasta la cocina y tome un paquete de Oreo, mis masitas preferidas, de la alacena.
-¿No se te hacia tarde? Me regañó mientras tomaba las llaves del auto.
-Para el camino. Dije con una sonrisa de inocencia.
Mamá suspiró y me señaló la puerta. –Vamos, no hagamos esperar a la Señorita Rodríguez.
Con el paquete de comida en la mano la seguí  fuera de casa hasta el auto. Un Chevrolet Traverse de color rojo.
Una vez que estuvimos en marcha me concentré en las masitas. Peleé unos minutos con el paquete hasta que logré abrirlo. Aunque gracias al tiempo perdido no logré comer más de una o dos masitas antes de llegar al instituto.
Abrí la puerta pero mamá me detuvo.
-¿Cómo vas a volver a casa?
Miré al cielo, estaba gris, pero pensándolo bien, vivo en Londres, los días soleados no son muy comunes. –Voy a caminar.
-¿Estás segura? Inquirió algo desconfiada.
Le dedicó mi mejor sonrisa. –Si.
-Está bien, nos vemos en casa entonces.
-Chau. Dije y luego cerré la puerta.
Revisé el reloj de mi celular y me percaté de que solo faltaban dos minutos para las 6. ¿Cómo es que se me hizo tan tarde?
Rápidamente corrí los pocos metros que me separaban del instituto. Tanto que  estuve a punto de chocar a un par de estudiantes que reposaban tranquilamente en el hall.
Apurada me limité a un ‘perdón’ al aire en un intento por no quedar como una maleducada.
Jadeando llegue justo cuando la Señorita Rodríguez estaba haciendo pasar a James al aula.
-Lo siento- Dije con el poco aliento que me quedaba- Se me hizo tarde.
-No hay problema, pase por favor señorita- Me indico la profesora en español.
Mi compañero, que ya estaba sentado en su banco, reía por lo bajo. Lo fulmine con la mirada antes de sentarme junto a él
-Bien, hoy vamos a aprender países y nacionalidades. Comenzó a explicar mientras escribía en el pizarrón. - Italia, Alemania, Francia, Argentina, España, Estados Unidos….
-Nuestro país se llama Reino Unido- Continuo- y tu país James se dice Irlanda.
James se tensó en su asiento y abrió los ojos como platos.
Creo que la Señorita Rodríguez acababa de hablar de más.
¿Irlanda? ¿James es irlandés como Niall?
Sacudí la cabeza para alejar esos pensamientos. Las pruebas eran muchas, está bien,  pero aun así no puedo creer que él este sentado a mi lado como si nada. ¿Por qué se arriesgaría a ir a un instituto? Estoy segura de que tiene el dinero suficiente como para pagar clases particulares. Además ¿por qué justo termino en mi curso y no en cualquier otro? Serían demasiadas coincidencias.
Me acomode en la silla para poder recobrar mi atención en la clase.
¿Qué iba a hacer de todas formas? ¿Acusarlo sin más?
Ya habíamos visto por lo menos veinte países más cuando alguien toco la puerta.
-Adelante- Contestó la profesora.
Un hombre de unos 50 años se asomó a la puerta. Al igual que mi profesora vestía elegantemente, un traje en tonos de gris y una corbata negra. Su cabello canoso prolijamente peinado hacia atrás-Disculpe señora pero la necesitan en recepción, un alumno quiere hablar con usted- Explico. De seguro es el secretario, la verdad es que no presto mucha atención a los funcionarios del instituto.
-Oh, está bien- Con su habitual delicadeza depositó la tiza sobre el escritorio. –Por favor sigan copiando, enseguida vuelvo- Dijo para luego salir del aula tras el secretario dejándome a solas con James.
Mi compañero le restó importancia a lo sucedido y siguió con lo suyo.
Yo, en cambio, sin poder seguir ignorando el rugido de mi hambriento estómago  decidí que podría aprovechar la situación para comer por lo menos una masita. Estaba muerta de hambre.
Con disimulo pase mi mano por el cierra de la bandolera, el paquete estaba abierto y estratégicamente depositado de forma tal que solo tarde unos segundos en encontrarlo. Mire de soslayo a James  para asegurarme de que no se percataba de mi plan. Efectivamente, estaba encorvado en su silla copiando mientras tarareaba una canción que no reconozco y moviendo el pie al son de una música que solo él oía.
Me concentré en su ropa. Al parecer no era la única que vestía informal. Él llevaba una remera gris, zapatillas negras y un jean claro que dejaba entrever sus medias blancas. Abrí los ojos sorprendida.
-¡Medias blancas! Niall usa medias blancas para la suerte.  Pienso y me muerdo el labio.
Contengo la respiración. Un parecido más se agrega a la lista de parecidos.
Me tomo unos minutos antes de seguir analizando los hechos. Saco una de las masitas Oreo del paquete y me la llevo a la boca disimuladamente.
Pero… él lo nota.
-No se puede comer en clases ¿Sabias?- Me recuerda con un deje de humor en la voz. Es la primera vez que me dirige la palabra y noto que está fingiendo.
-Ya se- Respondo malhumorada- Es que tengo mucha hambre, no comí en toda la tarde- Explico.
-A mí no me molesta pero si la Señorita Rodríguez te ve- Deja la frase incompleta.
-Pero no tiene por qué enterarse ¿no?- Desafío al chico de ojos grises. Nos quedamos mirándonos el uno al otro, ninguno aparta la mirada y puedo notar el destello de su verdadero color de ojos. Celestes.
-Yo no digo nada si vos me das una- Propone.
Pongo los ojos en blanco. Esto definitivamente es muy típico de Niall.
Saco otra masita de la bandolera y extiendo la mano para dársela. Él la toma con una sonrisa de satisfacción.
-Gracias.
Estaba a punto de responder pero la profesora entró en el aula interrumpiéndome.
-Problema solucionado, volvamos a la clase- Dijo y ninguno de los dos hablo más.
El resto de la clase se me hizo bastante densa. No lograba alejar esa estúpida idea de mi cabeza.
Analizando los hechos se podía decir que Niall y James era extrañamente similares. Irlandeses, medias blancas, ojos celestes, hablan un español casi perfecto, debilidad por la comida. Aún así  esas características podían compartirlas con otro montón de chicos irlandeses.
Suspiré. –Tengo que dejar de leer tantos Fanfics, mi imaginación es incontrolable.
En el mejor de los casos, suponiendo que soy la chica más suertuda del mundo y verdaderamente estoy sentada en un aula junto a Niall Horan, ¿cómo puedo probarlo? ¿Me lanzo sobre él y le arranco la peluca?
-Con esto termina la clase chicos, ya pueden ir a casa- La maestra habla y me saca de trance.
Algo aturdida comienzo a juntar mis cosas y guardarlas en la bandolera. James a mi lado ya casi termina.
Me apresuro, tengo que encontrar una excusa para volver a hablar con él, necesito aclarar esto de una vez.
-Adiós- Nos saluda la profesora.
Mi compañero se detiene en la puerta. –Hasta el Viernes.
Antes de volver a voltearme él ya se ha ido.
-Mierda.
-Hasta luego Señorita Rodríguez- Digo y salgo con desanimo.
Cuando por fin alcanzo el hall me percato de que está lloviendo a cántaros.
-Genial, me voy a empapar- Digo en voz alta creyendo que estoy sola –Mamá me va a regañar cuando llegue a casa.
Rebusco mi celular en la bandolera, mamá está en su clase de aeróbica a estas horas, aún así sospeso la posibilidad de llamarla, tal vez haya faltado por el mal clima.
Estoy concentrada en mi móvil cuando oigo un par de risas.
-¿No tenés paraguas?
Avergonzada miro a James parado en la puerta.
-Yo… este… -
-¿Te llevo?- Me ofrece con una sonrisa amable.
Trago saliva. Está bien, dejando a un lado mi teoría de que es Niall Horan igualmente es un chico lindo y educado. ¿Qué daño haría?
-No es necesario que te molestes-Miento para no sonar tan desesperada. En verdad no me entusiasma la idea de mojarme.
-No es molestia- Insiste.
-Si supieras lo lejos que vivo no te ofrecerías. Pienso pero no digo nada.
-¿Por favor?
Me acomodo el pelo colorado que no tuve tiempo de peinar antes de venir a clase.-Está bien.
James sonríe. –Genial, vamos.
Me toma por la muñeca y corremos juntos los metros que nos separan de su auto.
Al ver la Range Rover negra estacionada no tardo ni un segundo que saber que es de él. Esto definitivamente son demasiadas coincidencias.
Rápidamente nos subimos para resguardarnos de la lluvia.
Mi compañero arranca el coche. -¿A dónde?
Tardo en contestar porque estoy demasiado ocupada admirando el auto, que es inmenso, ¡Por Dios estoy dentro de una Range Rover con un potencial Niall Horan!
-¿Estás bien?- Inquiere algo extrañado.
-Tu auto es genial- Digo y luego agacho la cabeza avergonzada –Lo siento, a veces no controlo lo que digo.
-No es nada- Responde entre risas.
Tomo aire y procedo a decirle mi dirección. A él parece no importarle la lejanía, aunque reiteradas veces propongo que me deje en una parada de autobús insiste en llevarme a casa.
Se produce un silencio incómodo entre ambos lo que me recuerda que esta es mi oportunidad para socavarle información.
-Entonces sos irlandés-Empiezo a decir algo nerviosa -¿Qué te trajo al Reino Unido?
Observo como su cuerpo se tensa. –Trabajo.
- ¿Cuál es tu trabajo?- Me apresuro a preguntar, no pienso dejar pasar mi chance.
Aprieta sus manos con fuerza en torno al volante – Soy… músico.
-Genial- Finjo sorpresa- Mi papá es maestro de música en la Royal Academy of Music, ¿vos?
-¿Tu papá es maestro en la RAM? ¡Es genial!, ¿cómo se llama? Tal vez lo conozca… Intenta cambiar de tema.
-¿Cuántos años tenés?
-¿Siempre haces preguntas de la nada? Contraataca chistoso.
Ladeo la cabeza –Ya te dije que no controlo lo que digo.
-Dieciocho. Responde después de un rato -¿Vos?
El corazón se me detiene por una milésima de segundo, ¡¿qué otra prueba necesito?! ¡Es él no cabe duda! Me muerdo el labio para no chillar de la alegría e intento recobrar la calma.
-Dieciséis.
Está a punto de contestar cuando suena su celular.
-Diga- Atiende y yo abro los ojos como platos.
-¡No hables por teléfono cuando manejas!- Lo regaño en voz baja para que no puedan oír al otro lado.
Él ignora mis comentarios y sigue con su conversación. –Está bien, cuando llegue hablamos. Nos vemos Harry – Se despide y cuelga.
¡¿Harry?! ¡¿Estaba hablando con Harry Styles?!
-Respira Lucy, respira- Monologo.
Por fin el conductor vuelve su atención a mí.
-¿Sabías que acabas de cometer una infracción?- Lo acuso.
-Fue una conversación corta- Responde entre risas. -¿Qué sos? ¿Policía de tránsito?
- Eso no es excusa- Espeto – Es una de las primeras normas que me enseñaron en las clases de manejo.
-¿Clases de manejo?, ¿tan mala sos que no pudieron enseñarte en casa?
Le lanzo una mirada asesina-¡Yo no soy mala manejando!, es sólo que no me tiene paciencia.
Él  suprime una risa.
-Cuando tenga mi auto no te voy a llevar.
Sin poder contenerse más  rompe a reír a carcajadas. Al principio me hago la ofendida pero llega un punto en que tampoco puedo soportarlo y me uno a sus risas.
Estábamos ya más calmados cuando el auto ingreso en mi barrio.
-Es acá- Digo señalando mi casa.
Mi acompañante detiene el coche.
-Gracias por traerme.
Él sonríe –Cuando quieras.
Lentamente abro la puerta y me bajo –Nos vemos.
-Hasta pronto Lucy- Responde él con ese acento español suyo tan perfecto.
Le dedico una sonrisa antes de cerrar la puerta y comenzar a alejarme.
Estoy parada frente a mi casa cuando oigo el ruido de la Range Rover acelerar. Espero unos minutos antes de entrar a casa, necesito calmarme. Tengo demasiada información que asimilar, demasiadas cosas que aún no termino de comprender, aunque hay algo de lo que estoy completamente segura. Mi nuevo compañero de español es efectivamente, Niall Horan.

2 comentarios:

  1. Este capitulo estuvo muy cortoooo!!!, me encanto, de verdad que bello, yo quiero que mi compañero sea Niall PAPITO Horan!!!, me encanta pero sube de mas ;3

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